domingo, 31 de agosto de 2014

Perez van Morlegan

“Estrategia Empresarial y Recursos Humanos” de Perez van Morlegan aplicado a la película “La Ola”


Esta película está basada en los hechos ocurridos en una escuela secundaria en California en 1967. La trama gira alrededor del profesor Wenger a quien se le asigna un proyecto educativo en torno a la autocracia. Durante una serie de clases, el profesor presentó los elementos que intentan dar sustento a esa metodología política: espíritu de grupo, sentimiento de comunidad, ideales comunes, disciplina y ayuda mutua. Elementos que fueron llevados a la práctica logrando el consenso por parte de los alumnos del curso y luego de gran parte de la escuela, transformándolo en un movimiento real.
Los jóvenes adoptaron un uniforme, pusieron un nombre al grupo, diseñaron un símbolo gráfico, adoptaron un saludo particular y superaron las diferencias sociales.
Las críticas del entorno potenciaron al grupo y finalmente tal movimiento se transformó en una tragedia.

Durante el film es posible observar la influencia que el profesor ejerce sobre los alumnos, ligada a la confianza que les brinda y a los valores que transmite, desempeñando un liderazgo directivo: imparte y recibe respeto ligado a cuestiones ideológicas más que a intereses económicos.
El estilo participativo que utilizó el profesor favoreció la comunicación bidireccional. Van Morlegan describe las distintas direcciones de la comunicación. Es posible aplicar a la película “La Ola” algunas de ellas, por ejemplo: la dirección vertical descendente, que se establece desde un nivel superior hacia uno inferior, mediante la cual el profesor fija objetivos y da instrucciones. La dirección vertical ascendente que fluye desde un nivel inferior hacia un nivel superior, es el ejemplo de los alumnos transmitiéndole al profesor la realización de actividades, o las quejas al no estar de acuerdo con la ideología del grupo. La dirección horizontal que se establece entre pares, por ejemplo en la planificación de una reunión, la organización para salir a las calles a plasmar el logo que identifica al grupo.

El profesor logra que los alumnos se identifiquen con algunos valores característicos de la autocracia y motiva el trabajo en equipo, la unidad, la igualdad entre pares.
Pese a la existencia de una comunicación que genera intercambios de doble vía, el profesor no estuvo atento al feedback, ya que no le fue posible detectar a tiempo que lo que transmitía, no era recibido de la forma en la que él lo emitía. También pudo haber tenido cierta influencia el tipo de comunicación que utilizó: la información fue transmitida informalmente ya que se llevaba a cabo no solo en el aula, sino además en distintos sitios. Esto que le permitió la obtención de respeto, confianza y ser considerado en ocasiones como un par, también ocasionó “ruidos” que terminaron generando una distorsión de lo transmitido.
El proceso de comunicación que plantea Van Morlegan establece cinco aspectos a tener en cuenta: qué comunicamos, a quién, cómo, cuándo y la calidad del mensaje. Tal vez los aspectos de la comunicación que podrían ser cuestionables, en esta película, serían “a quién”, “cómo” y “cuando”. El mensaje fue transmitido a un grupo de adolescentes en búsqueda de su identidad, de una manera poco propicia, tal vez, para el logro de un cambio individual. La búsqueda de una fuente de identificación terminó llevándolos a adoptar el modelo transmitido por el líder, consolidando una identidad grupal que excedió los límites, sin dejar espacio para una exploración individual.
Durante la película es notable la influencia del lenguaje no verbal sobre la conducta de los alumnos. Van Morlegan plantea tres ámbitos que nos serán muy útiles para la descripción de ciertos comportamientos observados en la película: la kinesia, en dónde situaremos el saludo representativo de “La Ola”, y el cambio de postura que el profesor requiere de los alumnos para dirigirse a él. La paralingüística, observable en el tono de voz del profesor y también en el de los alumnos cuando se dirigen a él, en dónde se modifican el volumen y el tono. Y la proxémica, observable por ejemplo en la última escena donde el profesor les habla desde un escenario y a una distancia que genera una marca territorial.


 














sábado, 30 de agosto de 2014

Schein 1

Breve reseña del Libro “¿Quién se ha llevado mi queso?” de Spencer Johnson


 “Había una vez dos ratoncitos y dos hombrecillos que vivían en un laberinto. Estos cuatro personajes dependían del queso para alimentarse y ser felices. Como habían encontrado una habitación repleta de queso, vivieron durante un tiempo muy contentos. Pero un buen día el queso desapareció”
Esta fábula puede aplicarse a todos los ámbitos de la vida. Con palabras y ejemplos comprensibles, nos enseña que todo cambia, y que las fórmulas que sirvieron en su momento pueden quedar obsoletas. El queso del relato representa cualquier cosa que queramos alcanzar: felicidad, trabajo, dinero, amor, y el laberinto es la realidad, con zonas desconocidas y peligrosas, callejones sin salida, oscuros recovecos…y habitaciones llenas de queso.
Este libro nos presenta la historia de cuatro personajes: dos de ellos representan a aquellos que ante los momentos de cambio o transición son capaces de lograr la adaptación, sin que el temor o la inseguridad prevalezcan ante la toma de sus decisiones. En cambio, las características de los personajes restantes difieren: uno representa la perseverancia que lo impulsa a salir de su estado de comodidad, abandonando los miedos y posibilitando el cambio. El otro queda atrapado entre sus miedos y sus inseguridades resistiéndose al cambio y quedando atrapado en un “círculo vicioso” que lo lleva al estancamiento y a la no evolución.
“¿Quién se ha llevado mi queso?” refleja lo que sucede cuando se produce una dificultad o un quiebre en nuestra rutina, haciéndose necesario el abandono del estado de comodidad para que se produzca un cambio. La importancia de este proceso reside en comprenderlo como una oportunidad para nuestro desarrollo. Si bien el miedo y la incertidumbre, ante los procesos de cambio o de transición son totalmente inevitables, es necesario aprender a trabajar con ellos para posibilitar nuestro crecimiento y desarrollo.

Edgard Schein “El inicio y el manejo del cambio”
Schein en su texto plantea que los cambios generan incertidumbre y que es necesario atravesar un proceso que consta de algunas etapas, para lograr nuevamente la estabilidad.
Es posible distinguir características de dichas etapas en el libro de Spencer Johnson, ya que narra las distintas turbulencias que genera la alteración de la rutina, en las que identificamos, entre otras, el malestar o el desequilibrio de los personajes, y a partir de allí el surgimiento de la motivación que habilita la incorporación de lo nuevo, tal como se menciona en la etapa que Lewin denomina “El Descongelamiento”. A partir de la incomodidad surge la posibilidad de aprendizaje. No obstante, se requiere del abandono de aquello que ha sido utilizado hasta el momento: esto implica haber estado haciendo algo ineficaz, y tal reconocimiento representa una amenaza al ser ya que afecta directamente a la seguridad psicológica. Por ello, para que el cambio no sea efímero, es importante el acompañamiento en estos procesos y que quien lo brinde tenga la capacidad de reconocer las distintas etapas.
En los personajes que presenta el libro aparecen diferentes posturas ante las situaciones de conflicto: por un lado, aquellos que reconocen la importancia del cambio y se atreven a transitarlo construyendo una oportunidad, y por el otro, quien se resiste y lo vive como una amenaza.
Ambos autores remarcan la importancia de incorporar nuevos paradigmas y aprender a trabajar con las dificultades para que el cambio sea posible.





Schein

El nombre de nuestro blog hace alusión a Edgard H. Schein. Antes de comenzar a articular y comentar uno de sus textos nos pareció propicio hacer una breve reseña que pretende no solamente evidenciar su recorrido, sino también el motivo que nos ha llevado a querer “seguir sus pasos” para la realización de este blog.  
Edgar H. Schein (1928) nació en Zurich, Suiza. Psicólogo social Master en Psicología por la Universidad de Stanford y Doctor en Psicología social por la Universidad de Harvard.
Es profesor emérito y conferencista en Sloan School of Management del Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Schein ha trabajado como investigador, profesor, escritor y consultor. Tuvo el gran honor de trabajar con Douglas Mc Gregor (autor de la Teoría X-Y) y con los Gurús en liderazgo Warren Bennis y Chris Argryris de quienes ha dicho que recibió una fuerte experiencia y que esta transformó su vida.
Las aportaciones de Edgar Schein en el ámbito organizacional abarcan los siguientes conceptos: “contrato psicológico”, “ancla de carrera” y “cultura organizacional”. También ha divulgado con convicción la importancia clave de un buen liderazgo en la gestión del cambio, subrayando la necesidad de acertar en el diagnóstico, atributo esencial para una buena gestión.
El Dr. Schein tiene numerosas publicaciones especializadas y ha recibido considerables honores y premios por sus escritos. A continuación detallamos la dirección de su blog donde se pueden encontrar interesantes artículos de su autoría: 
El Blog de Schein


miércoles, 27 de agosto de 2014

Schvartein

Trabajo y subjetividad

El texto de Schvarstein se centra en la salud mental, o la pérdida de ella, en el marco de las organizaciones actuales. Según el autor es necesario instalar nuevas formas de trabajo para poder lograr el despliegue de la potencia humana. 
A medida que leíamos el texto se nos aparecían imágenes de la película Patch Adams. En la misma se pueden ver dos personajes centrales antagónicos entre ellos, que a nuestro parecer, reflejan las características de lo que Schvarstein denomina “personaje” y “actor”. 
El personaje interpretado por Robin Williams – Patch Adams, en el marco de la organización hospitalaria  comienza a favorecer la relación médico – paciente cuestionando el contrato psicológico de la organización. En paralelo el estudiante de medicina, Mitch Roman, interpretado por Philip Seymour Hoffman, muestra una pertenencia rígida  a la organización universitaria que encubre su identidad no lograda. 
Este personaje se ve perturbado por la intervención de Patch Adams. Este último, frente al conflicto, pone en acto su convicción creando una nueva organización en la que se produce el despliegue de la potencia humana en base a una comunicación abierta a partir de la confianza, el respeto a la libertad de expresión y la valoración de las diferencias.
A partir de la creación de este nuevo hospital, el médico se convierte en organizador y articulador de sentido en los espacios de la vida cotidiana. Rompe con el paradigma hegemónico médico, pasando a ser la salud, un pensar y sentir en el hacer.

De esta manera convierte el hospital en una organización significativa en sí misma. 
En nuestra opinión refleja el pensamiento que nos transmite Schvarstein en su texto “Trabajo y subjetividad”



Para ver un fragmento de la película que ilustra el texto, pueden ingresar aquí:
http://youtu.be/jNN6FI1Gcr8

domingo, 17 de agosto de 2014

Bauman

Modernidad Líquida


 El texto de Bawman, nos hizo recordar rápidamente el fenómeno que detalla la noticia publicada en el diario Clarín. La lógica de consumo, lógica líquida donde no existe presente estable, la proyección no es la que existía antes cuando el trabajo era en sí mismo una variable de definición de la identidad y había una lealtad recíproca, que empieza a romperse con las políticas de flexibilidad laboral y la globalización. La lógica del consumo rige todas las relaciones, el futuro es hoy: Todo es un bien de consumo mientras nos satisfaga porque el proyecto soy yo. También vemos reflejada, en esta noticia, la postura activa, de la que habla Bawman,  intento de tomar el control de una secuencia de hechos y hacer de ella algo diferente de lo que hubiera sido si uno se sometiera dócilmente "Procrastinar" porque por sí solo el tiempo presente no tiene significado ni valor, dado que cada presente está obligado a ponerse al servicio de algo que todavía no es.  Imperando la lógica hedonista, "el placer ya".  En una vida regida por el principio de flexibilidad, los planes sólo pueden ser a corto plazo.

Noticia vinculada con el tema:

Clic aquí para leer el texto completo en el diario

CLARIN.COM     SOCIEDAD   28/02/2014

Año sabático: Más jóvenes hacen un corte en sus vidas y se van por el mundo

                                  



EL FENÓMENO DE LOS “GAPPERS”



En su mayoría son de clase media alta y renuncian a buenos trabajos en busca de un cambio. Según los expertos, no viven el desarrollo profesional como antes y priorizan sus deseos al “plan de carrera”.
Estudiar, casarse, construir, acumular, crecer profesionalmente y viajar al jubilarse. El “plan de carrera” es una fórmula en extinción, al menos para muchos jóvenes. Ellos, hijos de la era del “todo ya”, no quieren resignarse a descubrir el mundo recién en la tercera edad. Prefieren aventurarse fuera de pista. Esperan consolidarse en un empleo, tener un buen sueldo que les permita ahorrar y, entre los 20 y 30 años, dan el salto. Renuncian a sus puestos de alto rango y se van meses, a veces años.
La tendencia se da mayoritariamente en jóvenes de clase media alta y ya tiene un nombre: “gappers”, porque buscan abrir un hueco (“gap” en inglés) en sus vidas, hacer un corte. No se trata de un capricho, ni de las ganas de tener más vacaciones. Los impulsa la sed de “moverse” y cambiar. Para la socióloga María Cecilia Arizaga, investigadora y directora de la carrera de Sociología de la UCES, el fenómeno “está muy relacionado con el alto valor que hoy en día se le da a la movilidad”. “El ideal es ser un sujeto móvil, integrado, un ciudadano del mundo global”, describe. Agrega que también influye que los jóvenes ya no vivan el desarrollo profesional como antes. “Uno terminaba el colegio, elegía una carrera y empezaba a trabajar en un lugar, donde permanecía hasta jubilarse, escalando posiciones. Hoy eso está totalmente en crisis”, señala Arizaga.
“Es medio rebelde el razonamiento, pero sentía que si me quedaba en Buenos Aires iba a seguir una línea prolija de colegio, secundario, universidad, trabajo, ascenso… el famoso plan de carrera”, confiesa Manuel Gutiérrez Arana, un “gapper” que, después de años de trabajo de oficina, decidió renunciar y marcharse a Hawaii. Cumplió el sueño de romper con la rutina. “Tener un año sabático en el cual no rijan las pautas ni los horarios”, describe la tendencia la psicóloga Adriana Guraieb, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
La experta confirma que los “gappers” son cada vez más y que no deben confundirse con los turistas: “No viajan con pasaje de ida y vuelta; no van solamente a conocer, sino que suelen trabajar y anhelan mimetizarse con la cultura que eligieron”. 
El desempleo temporario no pareciera quitarles el sueño a los “gappers”. El trabajo ya no es el espacio de realización personal que fue para sus padres: ellos tienen puesta su propia camiseta. “El trabajo para estos jóvenes profesionales es un consumo más, en el sentido de que tiene que ser excitante más que laborioso. Buscan desafíos, adrenalina, emociones, hedonismo”, enumera Arizaga. Y destaca que los mismos empleadores valoran sujetos móviles y flexibles. “Hay un tipo de personalidad o de carácter que es propia de este estilo de vida global, de clases profesionales urbanas, que impone valores de cambio constante, adaptabilidad e iniciativa”, agrega.
“Salen de un presente estructurado, de futuro incierto, y dilatan el afrontar la nueva etapa con estas experiencias culturales-emocionales”, amplía Guraieb. Resalta que en general los “gappers” son aventureros, creativos e innovadores.
En otros casos, en cambio, existe un “deseo de moratoria” en el sentido de postergar compromisos y responsabilidades de toda índole durante un tiempo, según la doctora Ana Rozenbaum de Schvartzman, especialista en psicoanálisis de niños y adolescentes de APA. 
“El viaje fue un gran disparador de crisis de crecimiento. Estar lejos me sirvió para cobrar perspectiva, pero también me hizo replantearme todo”, admite Gimena Franco, “gapper” de 27 años. “Es cierto que uno vuelve con la cabeza cambiada. Ahora elegís armarte un futuro distinto”, coincide Marta Aliano, otra viajera de 31 años.