Modernidad Líquida
El texto de Bawman, nos hizo recordar rápidamente el fenómeno que detalla la noticia publicada en el diario Clarín. La lógica de consumo, lógica líquida donde no existe presente estable, la proyección no es la que existía antes cuando el trabajo era en sí mismo una variable de definición de la identidad y había una lealtad recíproca, que empieza a romperse con las políticas de flexibilidad laboral y la globalización. La lógica del consumo rige todas las relaciones, el futuro es hoy: Todo es un bien de consumo mientras nos satisfaga porque el proyecto soy yo. También vemos reflejada, en esta noticia, la postura activa, de la que habla Bawman, intento de tomar el control de una secuencia de hechos y hacer de ella algo diferente de lo que hubiera sido si uno se sometiera dócilmente "Procrastinar" porque por sí solo el tiempo presente no tiene significado ni valor, dado que cada presente está obligado a ponerse al servicio de algo que todavía no es. Imperando la lógica hedonista, "el placer ya". En una vida regida por el principio de flexibilidad, los planes sólo pueden ser a corto plazo.
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CLARIN.COM SOCIEDAD 28/02/2014
Año sabático: Más jóvenes hacen un corte en sus vidas y
se van por el mundo
EL FENÓMENO DE LOS “GAPPERS”
En su mayoría son de
clase media alta y renuncian a buenos trabajos en busca de un cambio. Según los
expertos, no viven el desarrollo profesional como antes y priorizan sus deseos
al “plan de carrera”.
Estudiar, casarse, construir, acumular, crecer
profesionalmente y viajar al jubilarse. El “plan de carrera” es una fórmula en
extinción, al menos para muchos jóvenes. Ellos, hijos de la era del “todo ya”,
no quieren resignarse a descubrir el mundo recién en la tercera edad. Prefieren
aventurarse fuera de pista. Esperan consolidarse en un empleo, tener un buen
sueldo que les permita ahorrar y, entre los 20 y 30 años, dan el salto. Renuncian
a sus puestos de alto rango y se van meses, a veces años.
La
tendencia se da mayoritariamente en jóvenes de clase media alta y ya tiene un
nombre: “gappers”, porque buscan abrir un hueco (“gap” en inglés) en sus vidas,
hacer un corte. No se trata de un capricho, ni de las ganas de tener más
vacaciones. Los impulsa la sed de “moverse” y cambiar. Para la socióloga María
Cecilia Arizaga, investigadora y directora de la carrera de Sociología de la
UCES, el fenómeno “está muy relacionado con el alto valor que hoy en día se le
da a la movilidad”. “El ideal es ser un sujeto móvil, integrado, un ciudadano
del mundo global”, describe. Agrega que también influye que los jóvenes ya no
vivan el desarrollo profesional como antes. “Uno terminaba el colegio, elegía
una carrera y empezaba a trabajar en un lugar, donde permanecía hasta
jubilarse, escalando posiciones. Hoy eso está totalmente en crisis”, señala
Arizaga.
“Es medio
rebelde el razonamiento, pero sentía que si me quedaba en Buenos Aires iba a
seguir una línea prolija de colegio, secundario, universidad, trabajo, ascenso…
el famoso plan de carrera”, confiesa Manuel Gutiérrez Arana, un “gapper” que,
después de años de trabajo de oficina, decidió renunciar y marcharse a Hawaii.
Cumplió el sueño de romper con la rutina. “Tener un año sabático en el cual no
rijan las pautas ni los horarios”, describe la tendencia la psicóloga Adriana
Guraieb, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
La experta
confirma que los “gappers” son cada vez más y que no deben confundirse con los
turistas: “No viajan con pasaje de ida y vuelta; no van solamente a conocer,
sino que suelen trabajar y anhelan mimetizarse con la cultura que eligieron”.
El
desempleo temporario no pareciera quitarles el sueño a los “gappers”. El
trabajo ya no es el espacio de realización personal que fue para sus padres:
ellos tienen puesta su propia camiseta. “El trabajo para estos jóvenes
profesionales es un consumo más, en el sentido de que tiene que ser excitante
más que laborioso. Buscan desafíos, adrenalina, emociones, hedonismo”, enumera
Arizaga. Y destaca que los mismos empleadores valoran sujetos móviles y
flexibles. “Hay un tipo de personalidad o de carácter que es propia de este
estilo de vida global, de clases profesionales urbanas, que impone valores de
cambio constante, adaptabilidad e iniciativa”, agrega.
“Salen
de un presente estructurado, de futuro incierto, y dilatan el afrontar la nueva
etapa con estas experiencias culturales-emocionales”, amplía Guraieb. Resalta
que en general los “gappers” son aventureros, creativos e innovadores.
En otros
casos, en cambio, existe un “deseo de moratoria” en el sentido de postergar
compromisos y responsabilidades de toda índole durante un tiempo, según la
doctora Ana Rozenbaum de Schvartzman, especialista en psicoanálisis de niños y
adolescentes de APA.
“El viaje
fue un gran disparador de crisis de crecimiento. Estar lejos me sirvió para
cobrar perspectiva, pero también me hizo replantearme todo”, admite Gimena
Franco, “gapper” de 27 años. “Es cierto que uno vuelve con la cabeza cambiada.
Ahora elegís armarte un futuro distinto”, coincide Marta Aliano, otra viajera
de 31 años.
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ResponderEliminarAl leer el artículo pienso como fueron mutando y transformándose las expectativas, las prioridades, las motivaciones en relación a la vida personal y laboral en las últimas generaciones.
ResponderEliminarBauman, en la descripción que realiza sobre las características de la
modernidad líquida, nos ilustra sobre los valores que rigen en este nuevo paradigma, en el cual el presente es priorizado ante el futuro. Las nuevas generaciones enfocadas en los resultados más que en los procesos, se mueven atraídos por intereses diferentes a los que motivaran en la modernidad sólida, quedando el proyecto a largo plazo relegado a la satisfacción inmediata. En este contexto es que los jóvenes apuntan a satisfacer sus deseos en empleos temporarios, centrados en lo excitante, en los cuales volcar su creatidad e innovación (competencias características de las nuevas generaciones); o realizan viajes que les posibiliten experiencias gratificantes que le den una apertura diferente, que les “cambie la cabeza”. En un momento en el cual la prolongación de la juventud posibilita el retraso de las etapas de vida tradicionales, los jóvenes se mueven impulsados por la sed de movimiento y cambio, dejando de lado la vida prolija, la cual exigiera la modernidad sólida. A su vez estos tiempos de corte, los cuales en otro momento pudieron ser considerados “tiempo muerto” hoy tienen una valoración social positiva que otorga herramientas para el área laboral.