domingo, 17 de agosto de 2014

Bauman

Modernidad Líquida


 El texto de Bawman, nos hizo recordar rápidamente el fenómeno que detalla la noticia publicada en el diario Clarín. La lógica de consumo, lógica líquida donde no existe presente estable, la proyección no es la que existía antes cuando el trabajo era en sí mismo una variable de definición de la identidad y había una lealtad recíproca, que empieza a romperse con las políticas de flexibilidad laboral y la globalización. La lógica del consumo rige todas las relaciones, el futuro es hoy: Todo es un bien de consumo mientras nos satisfaga porque el proyecto soy yo. También vemos reflejada, en esta noticia, la postura activa, de la que habla Bawman,  intento de tomar el control de una secuencia de hechos y hacer de ella algo diferente de lo que hubiera sido si uno se sometiera dócilmente "Procrastinar" porque por sí solo el tiempo presente no tiene significado ni valor, dado que cada presente está obligado a ponerse al servicio de algo que todavía no es.  Imperando la lógica hedonista, "el placer ya".  En una vida regida por el principio de flexibilidad, los planes sólo pueden ser a corto plazo.

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CLARIN.COM     SOCIEDAD   28/02/2014

Año sabático: Más jóvenes hacen un corte en sus vidas y se van por el mundo

                                  



EL FENÓMENO DE LOS “GAPPERS”



En su mayoría son de clase media alta y renuncian a buenos trabajos en busca de un cambio. Según los expertos, no viven el desarrollo profesional como antes y priorizan sus deseos al “plan de carrera”.
Estudiar, casarse, construir, acumular, crecer profesionalmente y viajar al jubilarse. El “plan de carrera” es una fórmula en extinción, al menos para muchos jóvenes. Ellos, hijos de la era del “todo ya”, no quieren resignarse a descubrir el mundo recién en la tercera edad. Prefieren aventurarse fuera de pista. Esperan consolidarse en un empleo, tener un buen sueldo que les permita ahorrar y, entre los 20 y 30 años, dan el salto. Renuncian a sus puestos de alto rango y se van meses, a veces años.
La tendencia se da mayoritariamente en jóvenes de clase media alta y ya tiene un nombre: “gappers”, porque buscan abrir un hueco (“gap” en inglés) en sus vidas, hacer un corte. No se trata de un capricho, ni de las ganas de tener más vacaciones. Los impulsa la sed de “moverse” y cambiar. Para la socióloga María Cecilia Arizaga, investigadora y directora de la carrera de Sociología de la UCES, el fenómeno “está muy relacionado con el alto valor que hoy en día se le da a la movilidad”. “El ideal es ser un sujeto móvil, integrado, un ciudadano del mundo global”, describe. Agrega que también influye que los jóvenes ya no vivan el desarrollo profesional como antes. “Uno terminaba el colegio, elegía una carrera y empezaba a trabajar en un lugar, donde permanecía hasta jubilarse, escalando posiciones. Hoy eso está totalmente en crisis”, señala Arizaga.
“Es medio rebelde el razonamiento, pero sentía que si me quedaba en Buenos Aires iba a seguir una línea prolija de colegio, secundario, universidad, trabajo, ascenso… el famoso plan de carrera”, confiesa Manuel Gutiérrez Arana, un “gapper” que, después de años de trabajo de oficina, decidió renunciar y marcharse a Hawaii. Cumplió el sueño de romper con la rutina. “Tener un año sabático en el cual no rijan las pautas ni los horarios”, describe la tendencia la psicóloga Adriana Guraieb, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
La experta confirma que los “gappers” son cada vez más y que no deben confundirse con los turistas: “No viajan con pasaje de ida y vuelta; no van solamente a conocer, sino que suelen trabajar y anhelan mimetizarse con la cultura que eligieron”. 
El desempleo temporario no pareciera quitarles el sueño a los “gappers”. El trabajo ya no es el espacio de realización personal que fue para sus padres: ellos tienen puesta su propia camiseta. “El trabajo para estos jóvenes profesionales es un consumo más, en el sentido de que tiene que ser excitante más que laborioso. Buscan desafíos, adrenalina, emociones, hedonismo”, enumera Arizaga. Y destaca que los mismos empleadores valoran sujetos móviles y flexibles. “Hay un tipo de personalidad o de carácter que es propia de este estilo de vida global, de clases profesionales urbanas, que impone valores de cambio constante, adaptabilidad e iniciativa”, agrega.
“Salen de un presente estructurado, de futuro incierto, y dilatan el afrontar la nueva etapa con estas experiencias culturales-emocionales”, amplía Guraieb. Resalta que en general los “gappers” son aventureros, creativos e innovadores.
En otros casos, en cambio, existe un “deseo de moratoria” en el sentido de postergar compromisos y responsabilidades de toda índole durante un tiempo, según la doctora Ana Rozenbaum de Schvartzman, especialista en psicoanálisis de niños y adolescentes de APA. 
“El viaje fue un gran disparador de crisis de crecimiento. Estar lejos me sirvió para cobrar perspectiva, pero también me hizo replantearme todo”, admite Gimena Franco, “gapper” de 27 años. “Es cierto que uno vuelve con la cabeza cambiada. Ahora elegís armarte un futuro distinto”, coincide Marta Aliano, otra viajera de 31 años.



3 comentarios:

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  3. Al leer el artículo pienso como fueron mutando y transformándose las expectativas, las prioridades, las motivaciones en relación a la vida personal y laboral en las últimas generaciones.

    Bauman, en la descripción que realiza sobre las características de la
    modernidad líquida, nos ilustra sobre los valores que rigen en este nuevo paradigma, en el cual el presente es priorizado ante el futuro. Las nuevas generaciones enfocadas en los resultados más que en los procesos, se mueven atraídos por intereses diferentes a los que motivaran en la modernidad sólida, quedando el proyecto a largo plazo relegado a la satisfacción inmediata. En este contexto es que los jóvenes apuntan a satisfacer sus deseos en empleos temporarios, centrados en lo excitante, en los cuales volcar su creatidad e innovación (competencias características de las nuevas generaciones); o realizan viajes que les posibiliten experiencias gratificantes que le den una apertura diferente, que les “cambie la cabeza”. En un momento en el cual la prolongación de la juventud posibilita el retraso de las etapas de vida tradicionales, los jóvenes se mueven impulsados por la sed de movimiento y cambio, dejando de lado la vida prolija, la cual exigiera la modernidad sólida. A su vez estos tiempos de corte, los cuales en otro momento pudieron ser considerados “tiempo muerto” hoy tienen una valoración social positiva que otorga herramientas para el área laboral.

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